lunes, 29 de septiembre de 2014

Diez días, 33 años



El 27 de septiembre de 1981, hace 33 años, fue capturada Emma en un retén del ejército.

Siento en la piel los golpes que le dieron, su incontenible miedo, el cuerpo y el alma desgarrados. Admiro la entereza con que cerró la boca para no pronunciar los nombres ni las direcciones que le exigieron sus captores, con absoluta saña y cobardía. Admiro su valor para salvar su única posesión, la vida.

Tras nueve días de sufrir los tormentos que fueron infligidos por hombres despiadados a su cuerpo menudo y su indoblegable espíritu, escapó del cuartel militar “Manuel Lisandro Barillas, de Quetzaltenango. El décimo día, enfurecidos, llegaron a mi casa y nos arrebataron a Marco Antonio bajo la mirada angustiada de nuestra madre. Su amor y su abrazo no fueron suficientes para librarlo del zarpazo del odio.

No hemos vuelto a verlo ni a saber de él hasta ahora. Es un desaparecido más, una palabra cualquiera que nombra la peor de las torturas.

Aquellos fueron días terroríficos, de muerte y de silencio. Estos son días de rabia y de recuerdos dolorosos, de llanto contenido, en los que me pesan el alma, el corazón, la vida entera. Me hundo en la tristeza. El río subterráneo que me recorre siempre, ha emergido con fuerza, como todos los años, arrasándome.

Son diez días que se han prolongado durante 33 años.

Con furia, los re-vivo, rememoro el instante que define mi vida.

Estoy en carne viva y me asombro de seguir respirando.

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